Bocadillos de lujo

Comer de bocata ya no es cosa de ir con prisas. Los bocadillos gourmet proponen una experiencia gastronómica que mezcla calidad, creatividad y diversión. Nadie puede resistirse a estos bocados que son pura delicatessen y tendencia absoluta.

Mucho ha corrido desde que el Conde de Sandwich inventara el bocadillo, aunque hay que puntualizar que la combinación de pan con otros alimentos no es mérito del aristócrata. Ya en el siglo XVI encontramos la primera referencia a esta preparación sencilla que cinco siglos más tarde sigue en boga gracias a los bocadillos gourmet.

Los bocadillos gourmet mantienen el espíritu de todo bocata; se pueden comer a cualquier hora y en cualquier sitio; son rápidos de preparar; son fáciles de llevar y pueden ser una comida bastante completa desde el punto de vista nutricional, en función de los ingredientes escogidos. Lo que los diferencia de los bocadillos convencionales es que tienen un toque especial (por lo que a veces se habla de ellos como bocadillos de autor) que los convierte en productos de degustación.

Alta cocina asequible para todos

No son pocos los chefs de renombre que se han unido a esta tendencia, plasmando su visión del bocadillo. En Bodega 1900, el local de Albert Adrià dedicado a reinterpretar la tradición del vermut, el cocinero catalán nos ofrece su versión personal del clásico bocata de calamares. Se trata de un mollete de calamares picantes, servido con alioli y salsa kimchi.

Los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca, al frente de uno de los mejores restaurantes del mundo, son los responsables de los “rocadillos” que se sirven en el Roca Bar, situado en el hotel Omm de Barcelona. En lugar de pan, los “rocadillos” llevan un brioche, creación de la pastelería de Jordi Roca, y van rellenos de los guisos elaborados por Joan Roca, como anguila ligeramente ahumada con teriyaki o pollo al curry. El conjunto se sella en una especie de sandwichera hecha a medida.

Templos del bocata

El bocadillo gourmet no es una excentricidad de un puñado de cocineros. Existen locales dedicados casi por completo a estos emparedados. Es el caso de Entrepanes Díaz, una de las apuestas del empresario Kim Díaz, propietario del Bar Mut, donde podremos encontrar un ‘entrepan’ de kokotxas con alga marina rebozadas con mayonesa de ajo o uno de pulpo con parmentier de patata, entre otras creaciones.

En Madrid, encontramos El Porrón Canalla, que divide sus bocadillos en ‘bocalatas’ y ‘bocacerdos’; los primeros están elaborados con conservas exquisitas y los segundos con embutidos ibéricos. Utilizan tres tipos de panes diferentes, mollete, bastón y barrita artesana, elaborados a mano con masa madre.

Otro local de referencia en la capital es Crumb, consagrado al sándwich de autor. Entre sus propuestas está el sándwich de carrilleras de ternera guisadas a fuego lento con queso de tetilla y judías verdes, que da una idea del trabajo que hay detrás de estos bocadillos, tanto a nivel creativo como de elaboración.

La fórmula del bocata gourmet

El secreto de estos bocadillos no se esconde entre dos rebanadas. Salta a la vista que el producto de calidad es el rey en todas las propuestas. Por ejemplo, en Carrot Café tenemos el Lobster Roll, que como su nombre indica es una barra rellena de langosta.

Sobra decir que el pan es uno de los elementos clave de todo bocata. En Entrepanes Díaz cuentan como proveedores al Forn Sant Josep, una panadería centenaria del Eixample barcelonés, pero muchas de las bocaterías gourmet apuestan por elaborar ellas mismas el pan, como Crumb, que utiliza harinas ecológicas.

Las salsas, las especias y las combinaciones de ingredientes inesperadas, hacen el resto y son capaces de transformar un bocata aburrido en una experiencia gastronómica.

De hecho, detrás de cada mordisco hay mucho más, un concepto, el de ‘alta cocina rápida’, que precisamente se ha utilizado para designar la oferta de bagels, rollos, focaccias o piadinas de Magasand, otro pionero de esta tendencia.

Los bocatas gourmet son una oportunidad para disfrutar de los mejores fogones sin tener que reservar, en un ambiente informal y distendido, ya sea en una cena entre amigos o un afterwork-merendola con los compañeros de trabajo. Esta es la razón de su éxito, que aventuramos que va a dejar un buen y largo sabor de boca.

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